15 jun 2007

G8: ¿éxito o cuestión de imagen?

La cumbre Nº 33 del Grupo de los Ocho (G8), que reúne a las 7 naciones más industrializadas del mundo más Rusia, realizada del 6 al 8 de junio pasado en Heiligendamm, una pintoresca ciudad balnearia de Alemania, marcó un nuevo contraste entre lo que los líderes de las potencias del mundo establecen a la hora de negociar y delinear sus políticas y lo que los especialistas y la prensa más crítica solicitan.
Los dos puntos sobresalientes que arrojó la conclusión final de la cumbre que protagonizaron los mandatarios de Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, Canadá, Japón, Italia y Francia son el acuerdo logrado en torno a la lucha contra el cambio climático, que tiene como objetivo reducir en un 50 % las emisiones contaminantes hasta el 2050) y el convenio para aportar U$S 60 mil millones para el combate de diversas enfermedades en África.
Sin embargo, las reacciones globales que surgieron una vez comunicados los detalles de esos consensos fueron más bien negativas, ya que se supo que el acuerdo climático no contiene ninguna especificación vinculante, mientras que hay versiones que indican que el dinero anunciado para la ayuda de África incluye montos prometidos anteriormente, pero no donados aún.

Qué dijeron las organizaciones
En cuanto al acuerdo por el cambio climático, las organizaciones ecologistas no se sumaron al sentimiento positivo que quisieron instalar los gobiernos participantes de la cumbre en el documento final.
De hecho, las ONGs que pelean por un cambio en la relación entre las industrias contaminantes del hombre y la naturaleza sólo destacaron que, por fin, el gobierno de George W. Bush tuvo la entereza de dedicarle tiempo y análisis a la cuestión, algo que, en realidad, es casi insignificante para esta época, en la que EE.UU. es el país más contaminante del mundo.
Greenpeace consideró como “vagas” las metas fijadas por el grupo, mientras que la red anti-globalización Attac fue tajante en su veredicto: a su juicio, es un “chiste” establecer como meta el propósito de “considerar” reducir las emisiones de CO2 en un 50% hasta el año 2050.
“Si se mide esto en relación con las promesas de Gleneagles, no es suficiente”, indicó Jörn Kalinski, de la ONG Oxfam. Kalinski se refería a la cumbre realizada por el G8 en la mencionada localidad escocesa, en 2005. En aquella ocasión, las potencias se comprometieron a incrementar su ayuda anual al desarrollo en U$S 50 mil millones hasta el año 2010, de los cuales 25 mil millones irían hacia África. Oxfam afirma que el G8 no cumplió con esa promesa.

La Prensa
Con sólo leer los titulares y las bajadas de los diferentes medios europeos se nota que los resultados de la cumbre tampoco satisficieron a la prensa especializada:
La Tribune (Francia): “Con todo respeto para Angela Merkel: el avance registrado en Heiligendamm en la lucha contra el calentamiento global nada tiene de triunfal”.
La Stampa (Italia): “Era difícil lograr algo más en esta cumbre, en medio de una profunda división entre los europeos y estadounidenses y rusos en cuanto a la protección al medio ambiente”.
Tages-Anzeiger (Suiza): “Aquello que los poderosos venden como un éxito es en realidad cuestión de imagen”.

La sorpresa para Bush
Lo que quizá fue lo más novedoso de la reunión tuvo que ver con una relación bilateral, aunque, claro, la tirante relación entre Rusia y EE.UU. afecta, directa o indirectamente, a gran parte del mapa.
Cuando pocos lo esperaban, Vladimir Putin propuso a George W. Bush la utilización conjunta de un sistema antimisiles en Azerbaiyán, aprovechando una estación de radares que ya está instalada de Gabala.
Especialistas internacionales afirman que Putin logró sorprender al mismísimo Bush con esa proposición, que no estaba en los planes de la comitiva estadounidense, y que era poco previsible teniendo en cuenta el tono cada vez más agresivo que venía teniendo cada discurso del mandatario ruso.
“El objetivo de la utilización conjunta de la base de radares de Gabala en Azerbaiyán es controlar posibles ataques con misiles por parte de Irán a blancos en Europa, peligro que Bush había esgrimido para justificar la construcción de un sistema propio en Polonia y la República Checa, provocando duras reacciones de Rusia, que ve en ello un peligro para su propia seguridad”, señaló el canal alemán Deutsche Welle.

La participación de los emergentes
México, Brasil, China, India y Sudáfrica, los 5 países considerados como los más importantes dentro del grupo de los emergentes, fueron invitados a participar del último día de la cumbre.
Tras la firma del denominado “Proceso de Heiligendamm”, se estima que, en adelante, los miembros del “G5” se conviertan en “invitados permanentes” del club de las potencias, aunque se desestimó que éste se amplíe para que uno de los emergentes logre entrar, como se había insinuado en algún momento con China.
Es claro que países como España tienen muchas más posibilidades, al menos en el corto plazo, de sumarse al G8, que las que tienen naciones en vías de desarrollo como Brasil o México, por más importantes que sus economías sean.
El “G5”, sin embargo, también publicó un documento en el que se compromete a aportar lo suyo en la lucha del cambio climático, sobre todo en cuanto a la producción y utilización de energía limpia (biocombustibles) y también a facilitar las inversiones extranjeras y el crecimiento económico.

No hay comentarios.: